Los miles, o millones según dicen algunos, de personas reunidas en el último 25 de Mayo en base a los festejos del Bicentenario de la Revolución de Mayo fue algo que llamó mi atención.
Esa aglomeración de gente, impactada por el gran desfile desplegado por el director de Fuerza Bruta, ofreció una interesante mirada, algo completamente diferente al dibujo ingenuo e infantil de palomas blancas y flores rosas.
Sin embargo, al observar aquel maravilloso show donde hacían a las Madres de Plaza de Mayo, a los caídos en Malvinas, al golpe de Estado, al capitalismo y a la lucha continua por el dinero, entre otras cosas, fue que me pregunté: ¿qué es lo que estamos festejando?
Tantas personas bailando y haciendo flamear sus colores albicelestes, riéndo y alegrandose porque tienen la posibilidad de celebrar 200 años de Independencia.
Pero, ¿qué comprendemos por Independencia? Nuestro país no fue más que la consecuencia de una España en decadencia que no podía mantenerse erguida y arrastro con ella al, por ese entonces, Virreinato del Río de la Plata.
Aquellos primeros años consecuentes al 1810 no hicieorn más que desmostrar aquel hecho.
Una Argentina total y completamente fragmentada, con miles de diversos intereses que hacían dificultosa la convivencia y la toma de decisiones. Esa lucha constante por intentar inculcar el sentimiento de Nación en todos y cada uno de los habitantes.
Esto quizás no sea muy diferente al escenario que se presenta en al actualidad. Un extranjero dijo una vez, cuando se encontraba de paseo por el país, que Argentina parecía, mas que un país, muchos países bajo un mismo gobierno. Nada más acertado que esta afirmación. Pasado y presente muestran una misma realidad y dejan bien en claro este fenómeno típicamente latinoamericano: la constante y repetitiva historia de la política hispana. No estamos más que atrapados en un proceso cíclico en el cual, salvo pequeñas variantes, la historia sigue siendo siempre la misma. Entonces convoco nuevamente a la pregunta: ¿qué estamos festejando?
¿El festejo no implicaría una celebracíón de la evolución y del crecimiento? Parece que los 200 años tienen un valor pura y exclusivamente numérico porque no cabe duda que etsa cantidad de años no refleja nuestra evolución histórica y política. Pareciera que estamos atrapados en un laberinto sin salida, donde no podemos encontrar el camino correcto y simplemente vamos por donde ya transitamos, una y otra vez.
Si nuestros representantes se ocuparan por el futuro estas cosas podrían no ocurrir y estaríamos, quizás, yendo por un nuevo camino.
En su afán por mantenerse en el poder sólo intentan hacer lo que pueden en sus años de gobierno y, por ende, no hay proyectos a largo plazo, aquellos tipos de proyectos que podrían provocar un cambio real y no una salida rápida y momentánea a los conflictos actuales.
La historia debería celebrarse no por años sino por logros. Tanto fue el tiempo que pasó y tan poco lo que cambió que creo es momento de ponerse a pensar con claridad y no dejarnos encantar con un castillo cuyos cimientos están construídos sobre las nubes.
Aplaudamos y festejemos cuando haya ocurrido algo que marque la diferencia, que nos ayude a salir de esa historia de siempre. Es ahí cuando podremos ver el verdadero cambio y podamos decir que el tiempo transcurrido no fueron sólo horas, días, meses o años que pasaron sino que fue el comienzo de un nuevo rumbo hacia el crecimiento y la evolución.
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